No siempre nos uniremos al alma gemela más vinculada a nuestro ser.
Tal vez haya más de una para cada persona, puesto que las familias de almas viajan juntas. Es posible que decidamos casarnos con un alma gemela menos ligada a nosotros que otra, alguna que tenga algo específico que enseñarnos o algo que aprender de nosotros.
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A veces nuestra alma gemela está deseosa de encontrarnos y disponible. Es posible que él o ella se percate de la pasión y la atracción que existe entre ambos, de los lazos íntimos y sutiles que indica que nos hemos relacionado en diferentes vidas pasadas.
Si una de las dos almas está menos desarrollada o es más ignorante que la otra, la violencia, codicia, celos, el odio y miedo pueden enturbiar la relación.
Y si no deja que la ayudemos, si ha decidido que no quiere aprender ni evolucionar, la relación está condenada al fracaso; a no ser que persona en cuestión tome conciencia más adelante. A veces se producen estos despertares tardíos.
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La persona reconoce la atracción. No hay duda de que la atracción existe, pero su origen no se comprende.
Creer que esta pasión, este reconocimento y esta atracción volvera a producirse con otra persona es engañarse.
No nos topamos con almas gemelas de este tipo todos los días, quizá sólo con una o dos más en toda una vida. La gracia divina puede recompensar a un buen corazón, a un alma llena de amor.
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El alma más <> tomará decisiones basándose en la mente y en todos sus miedos y prejuicios. Desgraciadamente, esto suele provocar mucha angustia. Cuanto más <> sea la pareja más posibilidades habrá de que tome una decisión basada en el amor, y si los dos mienbros de la pareja están <>, el éxtasis se hallará al alcance de sus manos.
Brian L. Weiss
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