la silenciosa.
No temo andar sobre mis pasos para mirarme al fondo abismal de mi historia.
No temo hundirme allí donde se abre el horizonte inmenso de las preguntas,
encuevarme para salir ilesa de mi misma.
Allí iré cuantas veces sea necesario,
para que la herida hable y la cicatriz alumbre.
Allí haré mi canto más hermoso,
mi sonido más prístino,
la figura que calla.
Allí se encienden todos los fuegos,
allí me descubro mujer sagrada e indomable.
Allí la fragua pule lo infinito
dejándome renacida, olvidada.
María Sanhueza Silva
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