Luminescent (SC)

martes, 28 de diciembre de 2010

HUMANOS SIN FRONTERAS



Este manifiesto es para todos los seres humanos de nuestro mundo, sin importar su raza, ni sexo; sin importar el estatus social ni el grado de desarrollo de su sociedad. Sin importar su cultura o religión.
Humanos sin fronteras nace desde el convencimiento de que las tensiones mundiales, guerras, discriminaciones, insolidaridades e injusticias son consecuencia de la variedad de influencias que estructuran nuestras mentes desde la niñez. Mentes formadas según el lugar de nacimiento. Mentes desarrolladas dentro de fronteras culturales e históricas. Mentes sometidas a costumbres y religiones. Humanos sin fronteras intenta, de una forma sencilla, identificar esas fronteras interiores, para así hacer comprender que no somos tan diferentes como creemos, y en consecuencia evitar esas tensiones y sufrimientos entre humanos. Ahora, más que nunca, nuestro mundo depende de nosotros, de nuestras decisiones, de nuestras formas de actuar, de decidir y vivir. Pero estamos condicionados por fronteras interiores.

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EL PASADO


Estamos en constante evolución. Ni nuestro cuerpo, ni nuestra mente están parados en el tiempo. Evolucionamos y evolucionaremos como lo ha hecho, hace y hará el Universo. No lo podemos evitar pues como parte integrante del mismo seguimos sus pautas.
Es muy normal que si nuestros cuerpos son cambiantes y adaptables, estos se hayan ido amoldando a los diferentes climas y lugares habitados por el ser humano.
Tras miles y miles de años, nuestras apariencias externas se han aclimatado a los diferentes lugares de nuestro planeta dando lugar a, lo que hemos pasado a llamar, las razas. El que existan diferentes razas es algo lógico y normal que ha sido provocado por la propia naturaleza que, generación tras generación, ha ido influyendo sobre nuestros cuerpos.
Desde nuestros orígenes el clima y la geografía han sido determinantes, no solo para diferenciarnos en nuestro aspecto externo, sino también en nuestras costumbres y en nuestro carácter. Esas costumbres han arraigado en nuestro actuar, han influido en nuestros gustos, en nuestra personalidad, en nuestras motivaciones y miedos.
Nacieron idiomas formados por las circunstancias del momento. Formas de vivir, de organizarse, de interpretar el mundo según aquellas situaciones históricas. Sin embargo, esas diferentes costumbres, esas diferentes formas de ver la vida e interpretarla que tanto observamos y obedecemos, esas diferentes lenguas, todo ello, que nació en el pasado, toda esa diversidad, malogradamente ha contribuido, y contribuye, a distanciar a los seres humanos entre si, provocando que existieran guerras, rencores, odios, prepotencias e injusticias entre nosotros.
Costumbres que se utilizan para marcar diferencias entre los seres humanos de nuestro mundo. Que provocan enfrentamientos y distanciamientos. Que perjudican nuestro presente y futuro, y a nuestro planeta.
Es evidente que nuestro pasado es el pasado de toda nuestra humanidad. Partimos de un tronco común. El mundo no se creó con naciones, ni idiomas, ni razas. El mundo, nuestro mundo, nos dio la vida. Somos nosotros, y solo nosotros, los que hemos fraccionado y dividido nuestro planeta, los que hemos potenciado nuestras diferencias.
Tenemos por delante todo un reto, crear nuestras propias costumbres globales, acordes con nuestros conocimientos actuales, acordes con la verdad y la realidad de nuestra propia especie y existencia. No debe ser algo inalcanzable o ilusorio, sino que debe ser una meta a conseguir.
Nuestro mundo lleno de fronteras religiosas, culturales e históricas, sigue creciendo acotado. No obstante, nuestra fuerza descubridora ha llegado a un nivel tal que una falta de equilibrio, o de cordura, podría dar al traste incluso con nuestra propia existencia.
Por ello, no es sostenible indefinidamente un gran desarrollo material paralelamente con la existencia de fronteras interiores en la percepción que tenemos unos de otros. Es decir, el poder científico y la tecnología que hoy tiene el ser humano en sus manos es infinitamente superior al que existía cuando se forjaron las fronteras religiosas y culturales que, generación tras generación, se han ido transmitiendo en nuestras mentes. Dicha situación no sólo provoca desigualdades cada vez mayores, sino que puede ser consecuencia de graves tensiones en nuestro mundo que pongan en peligro la estabilidad y la paz mundial.
Esa necesidad de coherencia global, no se podrá realizar mientras tanto existan las múltiples fronteras interiores que nos separan los unos de los otros. Fronteras surgidas del pasado, acuñadas por las generaciones que nos han precedido y mantenidas en la actualidad. Nuestro futuro no puede estar limitado por nuestro pasado.
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SÉ TÚ

En nuestra vida, hay tres grandes factores que nos moldean.
El primero, el lugar de nacimiento. Según el punto de la geografía en que venimos al mundo, derivaremos a unas u otras formas de interpretar y asimilar las vivencias que se nos van planteando en nuestro camino. Somos influidos por las costumbres del lugar, la historia, la lengua, el clima, la geografía, la religión o creencias existentes, las enseñanzas, la escuela, el grado de desarrollo industrial y económico de la sociedad en que nacemos, si nacemos en una ciudad o en el campo, en una casa o en una vivienda de un edificio ,en un sitio tranquilo o ruidoso, en un barrio rico o pobre, ...
El segundo factor son nuestros padres y madres, abuelos , tíos, amigos y personas que nos puedan rodear. Sobre todo somos influidos en nuestras edades más jóvenes, porque, desde nuestro nacimiento, lo asimilamos todo. Observamos todos los detalles. Es más, recibimos la influencia de nuestra progenitora en su propio vientre. Somos todo recepción. Los consejos, cuando somos niños pequeños, son algo dogmático en nuestras vidas.
Pero también nos van a influir ,y a moldear, miles de mensajes no hablados como la profesión de nuestros padres, la de los abuelos, sus formas de vestir, sus costumbres de alimentación, sus gustos deportivos, sus esperanzas en nosotros, su carácter, el grado de amor que recibamos, sus miradas ,su nivel de comprensión y apoyo, sus costumbres familiares heredadas generación tras generación , vivencias afrontadas, el grado de relación positiva o negativa entre los integrantes de la familia, sus miedos, sus tabúes, su situación económica, ...
El tercer factor son las características de nuestro cuerpo en este mundo, es decir de nuestro aspecto externo. El ser hombre o mujer, el color de la piel, los rasgos de nuestra cara, estatura, presencia,… . El ser más o menos guapo, gordo o delgado; la valoración que la sociedad en que vivimos dé a ese aspecto externo que tengamos, nuestra condición física, el tener alguna minusvalía,...
Entrecruzados a lo largo de años, desde que nacemos, esos miles y miles de mensajes y sensaciones que recibimos, provocan ,como resultado, que cada uno de nosotros tengamos nuestros gustos, capacidades, finalidades, objetivos, anhelos, miedos, carácter, seamos violentos o pacíficos, tengamos tendencias intelectuales, deportivas, ... Todos nos vamos encuadrando en "nuestro sitio" según esa sociedad. Un "sitio" según los valores del momento, de la sociedad en que vivamos. Valores que irán modificándose según el momento histórico en que estemos, el cual nunca será igual.
Cuando empezamos a tener en nuestras vidas ciertas responsabilidades, o podemos tomar decisiones; cuando empezamos a ser jóvenes adultos con cierta independencia familiar, o cuando más tarde llegamos a crear nuestra propia familia, o a tener nuestra profesión, aunque creamos que estamos decidiendo por si solos, lo cierto es que nuestro comportamiento ya está encuadrado dentro de unas pautas. Nuestras decisiones y manifestaciones toman como puntos de apoyo las referencias ya introducidas en nuestras mentes. Nuestra libertad de decisión ya está enmarcada dentro de unas determinadas coordenadas. Ya formamos parte de un país, de una historia ,de una sociedad, de unas costumbres, de unas creencias, y ,por tanto, estamos mediatizados en nuestra libre interpretación respecto muchos temas de nuestro mundo ,de la sociedad y del resto de humanos. Decidimos, pero lo hacemos dentro de las fronteras asimiladas.
Somos lo que el mundo preexistente hace que seamos.
¿Qué somos?. Si no nos hubiesen inculcado todos esos mensajes ¿cómo seríamos? , ¿cómo veríamos la vida y el mundo? , ¿cómo nos veríamos a nosotros y a los demás?.
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LA MUJER


Por muchas leyes o normas que intenten lograr la igualdad entre el hombre y la mujer, y por muchos discursos que se hagan en esa dirección, nunca se logrará ver al ser humano como uno, si no lo entendemos y comprendemos, cada uno de nosotros, sabiendo ver más allá de las formas de nuestros cuerpos.
El hombre y la mujer son el igual, son el algo mismo, pero diferenciado por el sexo.
A medida que la mujer ha podido obtener cotas de mayor comprensión y reconocimiento, ello le ha permitido demostrar que puede igualar al hombre en todas las tareas culturales, sociales, científicas, etc... En cambio, si bien es cierto que físicamente no es tan fuerte, -factor del cual ha abusado el hombre y que históricamente ha sido determinante para que la mujer estuviera siempre en un segundo plano- , también es cierto que la maternidad pertenece en exclusiva a la mujer.
La mujer, muchas veces, está obligada a tomar como cierto y verdadero el ser inferior. Esa mujer no podrá realizar, ni alcanzar a desarrollar, las aptitudes más sutiles de su mente, porque la opresión sufrida, la ignorancia sobre la grandeza del interior que posee, el saberse que no será escuchada o valorada como un igual, todo ello, impedirá que esa mujer pueda demostrar lo que realmente es y vale.
Debe asumir, soportar y luchar con el hecho de que pertenece al sexo que tristemente se ha visto postergado en toda sociedad. Muchas veces ha debido sufrir, aunque perteneciese a una clase o grupo marginado, el ser, además dentro de ese grupo, adicionalmente marginada por el hombre a su vez marginado. En donde ha habido incomprensión ha debido soportar, además, la incomprensión añadida por su condición de mujer. El desconocimiento y la incultura, siempre, han perjudicado más a la mujer que al hombre, y allí donde el hombre ha sido oprimido la mujer ha debido soportar la discriminación del hombre oprimido; que por serlo, en muchas ocasiones ha descargado, en la mujer, sus frustraciones.
Hasta ahora no hemos sido capaces de ver en ella que es un humano igual que el hombre, con la sola diferencia de que exteriormente, su estructura física, se ha conformado en función de que su genética sexual ha correspondido al sexo femenino.
La mujer ha sufrido, y sufre, una fuerte discriminación, no esporádica sino diaria, no superficial sino total e íntima; siendo en unas sociedades o civilizaciones, dicha discriminación, más grave que en otras, llegándose a situaciones de impune crueldad.
Nuestro mundo, no puede avanzar con esta lacra, con este desconocimiento de la identidad humana. El relego a la oscuridad de la mujer , el relego a un injustificado segundo plano de la otra gran expresión externa del ser humano, es inadmisible. Es una gran frontera interior a vencer dentro de nuestra evolución.
Existen diferentes baremos para valorar el grado de desarrollo humano de nuestras sociedades, pero el más importante es el estado de respeto, igualdad y comprensión que pueda tener la mujer en toda sociedad. La mujer pertenece actualmente al grupo humano más numeroso que sufre discriminación a nivel internacional , sin que se salve civilización o cultura alguna; llegando ,en según que latitudes, a situaciones cotidianas de auténtico terror en base a arbitrarias costumbres, religiones o creencias nacidas en épocas pasadas.
Donde menos derechos y más restringida tenga la mujer su libertad, donde menos respeto y consideración tenga, donde más discriminada o subyugada esté , tanto más atrasada estará aquella sociedad, y tanto más le costará, a aquella sociedad, no solo alcanzar situaciones de equilibrio social, sino de bienestar, de logros científicos, económicos y culturales.
Toda mujer amada desde su niñez, a la que se le diga y se le enseñe su igualdad, que sea respetada, que perciba del mundo que le rodea sensaciones positivas hacia ella, que sepa de su potencial humano, que sepa que se reconoce su inteligencia, su saber, que se le escuche, esa mujer alcanzará cualquier meta. Es fundamental romper y destruir esa frontera, esa enorme frontera que existe dentro de toda sociedad, dentro de toda cultura y raza. Es una frontera que separa, que discrimina incluso dentro de un mismo nivel social, dentro de una misma familia. Es una frontera que posterga y relega a una parte de la humanidad, a una parte de nuestro mundo, a su mitad.
La mujer debe participar en todos los foros mundiales por igual; tener los mismos derechos que el hombre. Se le debe permitir disfrutar del mismo respeto que pueda tener el hombre en todos los campos, sea laboral, religioso, político, en la enseñanza, etc... Es inhumano que se prive, a millones de seres, de sus derechos y capacidades humanas por el simple hecho de que su cuerpo externo tenga forma femenina. Debemos enseñar y creer en nuestra igualdad humana, y así ser dignos ante nosotros y ante las generaciones venideras. Ser dignos ante este Universo que nos ha dado la vida. Una vida que solo nosotros podemos hacerla más justa.
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RELIGIONES


No son las religiones las que se pueden atribuir que el ser humano sea espiritual, al contrario, es ese carácter espiritual de los habitantes de nuestro mundo lo que demanda, solicita, necesita y pide que se le de plenitud espiritual. Todo ser humano tiene esa faceta espiritual; no obstante, falta que quiera, le dejen o sepa encontrarla. Nadie nace negado de ella.
Las religiones han promovido guerras, diferencias, castas, privilegios, prejuicios; en definitiva se han utilizado para crear fronteras entre los seres humanos. No obstante , ese espíritu nuestro no tiene estructura, ni intereses, ni entiende de formalidades, no se halla estratificado como las jerarquías religiosas. Ese espíritu es como el aire que entra en nuestros pulmones y se expande por todo nuestro cuerpo. Lo tenemos porque existe en el todo Universo. El espíritu de nuestro Universo no busca diferencias , ni guerras, ni crueldades, ni da más derechos a unos que a otros, sino que es igual en todos, es el mismo. No discrimina a unos humanos en favor de otros, pues ello sería discriminarse a si mismo.
El espíritu es contrario a las fronteras religiosas existentes.
Ese espíritu , que nos acerca a Dios, es amor, es paz; y Dios está por encima de todas las religiones. Dios no es solo lo que nos dicen, sino lo que cada uno de nosotros podemos saber y sentir de Él. No solo es un Dios del pasado, sino también de hoy, de nuestro presente. No es algo de los demás ajeno a nosotros, ni pertenece a determinados grupos; Él es nuestro y nosotros de Él.
No hay ningún ser humano que no posea esa parte espiritual , solo que unos la viven y otros no, unos creen más y otros menos, unos se esfuerzan por encontrarla y otros no, pero si se busca la encontraremos, porque ahí está.
Sólo el amor, la humildad, la solidaridad, la falta de odios y violencia, nos pueden permitir adentrarnos en nuestro propio espíritu.
Nadie, otorgándose determinados rangos espirituales puede erigirse o apropiarse , como si fuese un monopolio, de nuestra verdad espiritual. La fuerza espiritual existente en nuestro Universo no discrimina entre sus hijos, en todos está por igual, pero debemos hallarla.
Hay muchos que no sienten esa parte espiritual; como también hay personas que nunca han sentido amor. Pero ello no quiere decir que no exista; como tampoco no quiere decir que, alguna vez, no lo puedan sentir. Igual que no pueden evitar dejar de respirar para poder vivir, tampoco pueden, ni podrán, evitar formar parte y tener ese espíritu en ellos; y fuere cual fuere el momento de sus vidas que lo busquen, hayan hecho lo que hayan hecho, sean lo que sean, vivan donde vivan, estén donde estén, si lo piden, y con fe lo buscan, lo hallarán.
Hasta ahora las religiones debiendo ser un factor importante de entendimiento, dada la importancia que tiene el espíritu en la vida de los humanos, lo que han hecho históricamente, y siguen haciendo ,es servir de fronteras entre nosotros. ¿Cómo podemos pensar que existan fronteras en el espíritu?. Es imposible.
Las religiones deben dejar de ser fronteras que distancien a los seres humanos entre si.
Hay muchos seres humanos que viven en una gran paz espiritual, que sufren por las penalidades de nuestro mundo, que ayudan, que realizan actos de solidaridad en el anonimato, que no sienten desprecio por otras razas, que aman la naturaleza, que desean que se acaben las guerras, las discriminaciones, el hambre y la violencia. Todos esos seres humanos, hoy, se hallan en cualquier parte del mundo, están diseminados viviendo en diferentes culturas y religiones, bajo diferentes regímenes políticos, en sociedades totalmente dispares. Esos seres humanos son la muestra de nuestra igualdad. Son humanos sin fronteras.
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HUMANOS SIN FRONTERAS

Los habitantes de nuestro mundo se separan, entre si, por lo aprendido. Son las costumbres y prejuicios asimilados, los que les alejan los unos de los otros. Si nos fijamos en cuáles son los fundamentos en que se basan las grandes tensiones de nuestro mundo, llegaremos a la conclusión de que radican en nuestros pensamientos, en nuestras interpretaciones y puntos de vista, en nuestras concepciones y en nuestras creencias. Y, todo ello, se ha formado influido por fronteras internas. Fronteras que podemos superar, cambiar y erradicar.
Debemos preservar nuestro mundo, y ello solo será desde el equilibrio de nuestros razonamientos.
Somos las puertas de conexión entre el mundo espiritual y el material. Somos la puerta que une esos dos grandes mundos, lo existente y lo inmaterial. Es a partir de nuestra parte humana de sentimientos y de nuestra mente, de donde surgen nuestras ideas, nuestra fuerza creadora. Todo lo material es transformado por nuestra inteligencia. Todo nace de nuestro interior. Por ello, ese interior no puede estar sometido a fronteras creadas por nosotros mismos. Fronteras que solo existen en nuestras mentes.
Ser un humano sin fronteras es ser libre, es mirar a los ojos de los demás y verte a ti mismo. Es sentir tu igualdad.
Es pensar y actuar solidariamente. Es vivir superando fronteras religiosas, de costumbres, lingüísticas, étnicas, de razas, de privilegios del hombre sobre la mujer, sociales, del pasado,...
Humanos sin fronteras tiene como finalidad acercar ,en todo el mundo, a los seres humanos de diferentes razas, religiones y culturas. Tiene por objetivo superar las fronteras interiores que separan a los humanos, único camino hacia la paz, la igualdad y la solidaridad en nuestro planeta.
Para ser un humano sin fronteras no es necesario pertenecer a un club donde apuntar nuestro nombre. Ni llevar una tarjeta de identidad con un número. Es suficiente sentirlo. Incluso manifestarlo de palabra escrita u oral, sobre el papel, en la calle, en una tertulia, en cualquier lugar. Si te gusta este escrito, no dudes en transmitirlo por cualquier medio. No dudes en manifestar que además de todo lo que eres en la vida, a partir de ahora también eres un humano sin fronteras. Dilo en tu soledad y con los demás. Y, por último, pedirte que, en mayor o menor medida, tengas presente en tus actos este manifiesto. Si crecemos en número en todas las culturas, razas y religiones, lograremos, a través de nuestro pensamiento y actuar, un mundo mejor.

Crezcamos.
Sé tú. Sé un humano sin fronteras.

martes, 21 de diciembre de 2010

CUENTO DE NAVIDAD


Que el universo conspire para que se cumplan tus deseos en 2011.



El pino de St. Martin
Un día antes de Navidad, el cura del pequeño pueblo de St. Martin, en los Pirineos franceses, se preparaba para celebrar la misa, cuando empezó a sentir en el aire un perfume delicioso. Era invierno, y hacía mucho que las flores habían desaparecido, pero allí estaba ese aroma tan agradable, como si la primavera se estuviese adelantando.

Intrigado, salió de la iglesia para buscar el origen de semejante maravilla, y acabó encontrando a un muchacho sentado frente a la puerta de la escuela. Junto a él, había una especie de árbol de Navidad completamente dorado.

- Pero, ¡qué belleza de árbol! - dijo el párroco -. ¡Con ese aroma divino que desprende, parece que ha tocado el mismísimo cielo! ¡Y está hecho de oro puro! ¿Dónde lo conseguiste?

El joven no reaccionó con especial alegría a los comentarios del religioso.

- Es cierto que este árbol, como usted lo llama, cada vez ha ido pesando más mientras lo cargaba hasta aquí caminando, y que las hojas se han puesto duras. Pero eso no puede ser oro, y me da miedo pensar en lo que dirán mis padres cuando vean lo que les traigo.

El muchacho relató entonces su historia:

- Hoy por la mañana salí hacia la ciudad de Tarbes para comprar un árbol de Navidad con el dinero que mi madre me había dado. Pero ocurrió que, al cruzar un poblado, vi a una señora mayor, sola, sin familia con quien celebrar la gran fiesta de la Cristiandad, y le di un poco de dinero para la cena, confiado en que luego sabría arrancarle un descuento al vendedor de la floristería.

"Al llegar a Tarbes, pasé frente a la gran prisión, y había allí algunas personas esperando la hora de la visita. Estaban todos tristes, pues iban a pasar esa noche lejos de sus seres queridos. Escuché que algunas de estas personas comentaban que ni siquiera habían conseguido comprar un pedazo de tarta. En ese mismo momento, impulsado por ese romanticismo que tienen los de mi edad, decidí compartir mi dinero con esas personas que lo necesitaban más que yo. Apenas guardaría una mínima cantidad para el almuerzo. Como el florista es amigo de mi familia, seguro que me daría el árbol, a cambio de que yo trabajase para él durante la semana siguiente, pagando así mi deuda.

"Sin embargo, cuando llegué al mercado me enteré de que el florista que conocía no había ido a trabajar. Intenté por todos los medios que alguien me prestase dinero para comprar el árbol en otro lugar, pero fue imposible.

"Me dije a mí mismo que conseguiría pensar mejor con el estómago lleno, así que me dirigí a una fonda, pero se me cruzó un niño que parecía extranjero y me preguntó si podía darle alguna moneda, pues llevaba dos días sin comer. Imaginando que el niño Jesús alguna vez también debió pasar hambre, le entregué a este otro lo poco que me quedaba, y me volví para casa. En el camino de regreso, le rompí una rama a un pino, y luego intenté retocarla, como podándola, pero fue poniéndose así de dura, que parece de metal, y no se parece ni de lejos al árbol de Navidad que mi madre está esperando.

- Pequeño amigo - dijo el cura -, el perfume de este árbol tuyo no deja lugar a dudas: ha sido tocado por los Cielos. Déjame contarte lo que falta de tu historia:

"En cuanto te alejaste de aquella señora, ella inmediatamente pidió a la Virgen María, madre como ella, que te devolviese de alguna manera el favor recibido. Los familiares de los presos pensaron que se habían encontrado con un ángel, y rezaron agradeciéndoles a los ángeles las tartas que consiguieron comprar. Y el niño con el que te cruzaste, por su parte, le dio las gracias a Jesús por haber saciado su hambre.

"La Virgen, los ángeles, y el propio Jesús escucharon las peticiones de toda la gente a la que ayudaste. Cuando rompiste la rama del pino, la Virgen puso en ella el perfume de la misericordia. Mientras caminabas, los ángeles iban tocando sus hojas, transformándolas en oro. Por último, con todo ya concluido, Jesús examinó el trabajo, lo bendijo, y a partir de ahora, a quien toque este árbol de Navidad se le perdonarán los pecados y se le cumplirán los deseos.

Y así ocurrió. Cuenta la leyenda que el pino sagrado aún se encuentra en St. Martin; pero su poder es tal que su bendición alcanza a todos los que ayudan al prójimo en la víspera de la Navidad, por muy lejos que se encuentren de este pequeño pueblo de los Pirineos.
(inspirado en una historia jasídica)

PAULO COELHO

domingo, 12 de diciembre de 2010

GLORIA FUERTES




A esta isla que soy, si alguien llega,
que se encuentre con algo es mi deseo;
manantiales de versos encendidos
y cascadas de paz es lo que tengo.





AMOR QUE LIBERA

Ya no soy la niña amarga
que tenía un mar de llanto
y alta ortiga por el alma.
Ya no soy la niña enferma                                             
que al oír risas lloraba;                                                                                    Gloria Fuertes
ya salí del solitario
bosque que me acorralaba.                                                                 
Ahora soy la niña verde,
porque floreció mi calma.
Ya no soy la loca triste,
ya no soy la niña blanca,
nuevo amor ha traspasado
con el nardo de su lanza
mi corazón, que ahora tiene
un nombre de menta y ámbar.
¡Ay cuánta sonrisa noto
que trepa por mis espaldas!
¡Qué brillo tienen mis ojos
-viudos de siete mil lágrimas-!
La vida me sabe a verso
y los besos a manzana.
-El monte arregla sus pinos,
por las rocas el mar baila-.
El amor danza en mi pecho.
¡Ya me quiere! ¡Ya me aguarda!
Ya no soy la loca triste,
que al oír risas gritaba;
ahora soy la niña dulce,
ya no soy mujer amarga.
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SIEMPRE HAY ALGUIEN

Quitaros esa máscara,
la tristeza no es más que una careta,
puede durar tanto como tardes en quitártela tú mismo,
prueba.
Estás provocándote llanto artificial, hermano;
he dicho hermano y debí decir amante.
Nos cogemos las manos y no decimos que se siente nada.
Poco a poco se va mezclando nuestra sangre en los
                                                               encuentros.
Un buen día acabaremos por ser la misma cosa.
Libres somos.
Frecuentamos el dolor porque queremos,
como pudiéramos frecuentar el parque.
Hablamos de mutuas soledades,
hablamos de aventuras que tuvimos,
de que todo está lejos,
de que es difícil.
Y nunca hablamos de esto maravilloso que nos va
                                              convirtiendo en ranas.
Quién dijo que la melancolía es elegante?
Quitaros esa máscara de tristeza,
siempre hay motivo para cantar,
para alabar al santísimo misterio,
no seamos cobardes,
corramos a decírselo a quien sea,
siempre hay alguien que amamos y nos ama.

sábado, 11 de diciembre de 2010

RESPUESTA DE UN SABIO

   Dos niños patinaban en un lago congelado de Alemania.Era una tarde nublada y fría.
   Los niños jugaban despreocupados.De repente, el hielo se quebró y uno de los niños se cayó, quedando preso en la grieta del hielo.El otro, viendo su amigo preso y congelándose, tiró un patín y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas hasta, por fin, conseguió quebrarlo y libertar el amigo.
   Cuando los bomberos llegaron y vieron lo que había pasado, preguntaron al niño:“¿Cómo conseguiste hacer eso?¡Es imposible que consiguieras partir el hielo, siendo tan pequeño y con tan pocas fuerzas!
   En ese momento, el sabio Albert Einstein, que pasaba por allí, comentó:Yo sé cómo lo hizo.
¿Cómo? - Le preguntaron.
“Es sencillo, respondió Einstein, no había nadie para decirle que no era capaz”.
   Actúa siempre así, elimina de tu vocabulario las palabras..."No puedo".
Cuando nacimos, no conocíamos el temor, el miedo, fue durante nuestro desarrollo que las palabras negativas se fueron sembrando y por desgracia en algunos más o menos, esas palabras hecharon raíces muy profundas, cuantas veces en tu crecimiento tuviste la opción de hacer algo pero siempre existían las palabras sabias de los experimentados..." si saltas de ese escalón, te vas a caer"... y que pasaba? si, te caías, pero era por algo que venía a entorpecer tu enfoque, te sembraba la desconfianza y aquella seguridad que tú tenías antes de que te dieran ese sabio consejo, zas, se desmoronaba y después ya no lo intentabas de nuevo.Y así pasaron días, meses, años, muchas veces de lo mismo y dejaste de intentar, y mejor caminabas a la segura.Hoy en día no importa tu edad puedes hacer muchas cosas que has dejado, solamente hazlo, tú puedes!!!!